Cuando una semilla empieza a crecer, lo primero que
hace es tomar agua de su entorno. Luego una raíz empieza a perforar hacia
afuera la envoltura de la semilla, seguida por un tallo que se asoma del
suelo y despliega hojas. Hasta que las hojas no están preparadas para actuar
no empieza a formarse la clorofila y se inicia la fotosíntesis. Hasta
entonces, la joven planta tiene que vivir de la energía almacenada en la
semilla.
Las semillas pueden permanecer también latentes. La lactancia es un
dispositivo que impide que las semillas germinan hasta que las condiciones
de crecimiento sean las adecuadas. Por ejemplo, el revestimiento de una
semilla puede seguir siendo demasiado duro para que cualquier raíz o tallo
lo atraviese hasta que se haya visto expuesto a un período de intenso frío.
Esto asegura que la planta empezará a crecer tan solo cuando las condiciones
sean apropiadas. En el oeste de los Estados Unidos, por ejemplo, las
semillas de hierba no brotarán a menos que haya ciertos niveles de lluvia,
una propiedad que permite a la planta "saltarse" los ocasionales y
desastrosos años de sequía.
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